Ayer me dejé caer por la III Japan Weekend que se celebró este fin de semana en Madrid. No fue un evento del otro mundo, pese a que, además de este evento, se celebraba el Madrid Games Expo.
Para este evento, decidí ir del aprendiz Luke, de la saga de juegos de El Profesor Layton. No lo lucí demasiado, pero me pidieron algunas fotos y me dijeron que mi cosplay había quedado bastante bien para ser casero. A mí no me pareció que fuera algo excepcional, pero bueno…
Me advirtieron que había que ir pronto porque iba a acudir mucha gente y por eso llegamos al evento a eso de las 11 de la mañana (bastante más pronto que otras veces, ya que solemos llegar a eso de las 12 y media o por ahí). Al llegar, nos encontramos con una cola impresionante, que no avanzaba nunca. Nunca. Estuvimos en la cola esperando a que hubiera movimiento alrededor de dos horas hasta que conseguimos estar a escasos pasos de la taquilla. Como los organizadores del evento no se molestaron en imprimir carteles informativos, decidieron actuar cual verduleros y gritar por dónde teníamos que ir para acceder al recinto. Parecía que en vez de ir a un evento otaku estábamos en la cola de la charcutería de un mercado. Ya tenía unas tentaciones tremendas de gritar al chaval: “Oye, perdona, ¿a cuánto está el kilo de kiwis?”.
Bueno, pues después de morirnos de calor (y yo casi de aburrimiento, y menos mal que llevaba a mi Yoshi, mi IPod, y me puse a escuchar el concierto de Ghibli) entramos al evento, donde nos topamos con una sala de proyecciones y dos paneles raros. Fue entonces cuando tuvimos la sensación de que habíamos tirado el dinero a lo tonto. Nada más lejos de la verdad. Al entrar y vimos los pocos stands que había (y, por cierto, con muchos productos de mala calidad y muy careros) y después de dar una vuelta por la zona de Madrid Games Expo, llegamos a la conclusión de que nos habían timado. Pero bueno, miramos un poco los juegos, aunque las consolas o estaban hechas una pena (las PSPs no tenían Joysticks; la PS3, que era la blanca antigua y no la nueva y fina, se quedó sin mandos de Playstation Move; igual que la Wii) o los juegos que estaban disponibles estaban obsoletos y eran muy antiguos (como el Little Big Planet, que vale, me gusta, pero es antiguo).
Y nada más. No había nada más. Un escenario donde sólo había sillas para los jueces y nada más. Espacio vacío. Un espacio muy desaprovechado teniendo en cuenta que había entaponamientos descomunales en la zona de stands. Se pusieron unos chavales a pegarse con espadas de corcho y poco más.
Lo único que mereció la pena fue re-encontrarme con tanta gente maja, como Duranial, Zolber, Ransil, Pollo, Didi, Leo y Batto. Y me dio mucha pena no haber visto ni saludado al resto de la gente que me esperaba encontrar ahí.
Aunque el evento no era para tanto, conseguí sacar mi lado compulsivo y vacié un poco mi cartera de Fullmetal Alchemist. No pude resistirme y compré tres figuritas (soy una amante de las figuritas, creo que me viene de familia XD):
Otro detalle: tanto en la cola como cuando fuimos a comer, me perseguían las avispas. Las tengo pánico. Desde peque. Para entenderlo, hay que remontarse a cuando tenía 4-5 añitos nada más. Aquí donde me veis era un maldito trasto, no paraba quieta y siempre estaba montando alguna (pues casi como ahora, ¿no? XD) y nada, estábamos de vacaciones en un pueblecito de Guadalajara donde mis abuelos tenían un chalete muy grande y bonito. Había una piscina muy grande (que fue testigo de otro gran pavor que conseguí superar hasta hace bien poco como quien dice, pero bueno, esa es otra historia). Pues nada, como hacía calor, pues en los charcos había muchas avispas. A la menda no se le ocurrió otra cosa que quererlas matar pisándolas. Vale, hasta aquí bien, pero fui muy inteligente y quise pisarlas… estando DESCALZA. Total, que no podía pisarlas y cabreé a las avispas. Me picaron muchísimas por todo el cuerpo, pero sobre todo en las plantas de los pies. Estuve mucho tiempo con dolores y picores (y sin poder andar, que eso era lo peor). Desde entonces, es ver una avispa y me pongo tensa y quieta, o eso o salgo corriendo como si no hubiera un mañana.
Pues nada, eso, que ayer en la comida nos acosaron las avispas, hasta tal punto que nos cambiamos de sitio cuatro veces sin exagerar y a mí se me quitó el apetito por la tensión.
Como algunos ya saben, me surgió un imprevisto y tuve que salir corriendo, pero como no fue tan grave como pensaba y ya era demasiado tarde como para volver a la JW, Axi y yo decidimos ir al cine, a ver “El Gran Vázquez”, dirigida por Óscar Aibar e interpretada por Santiago Segura. Estaba bastante bien para ser una españolada, un buen homenaje a ese gran dibujante de tebeos, maestro de Ibáñez.
“Barcelona, años 60. Es primavera, y Vázquez respira la vida a pleno pulmón. Sus personajes -las Hermanas Gilda, Anacleto, la Familia Cebolleta...- triunfan entre los tebeos de la Editorial Bruguera. Mientras, el mejor dibujante de tebeos de España disfruta de lo que quiere cuando quiere, no paga nada, esquiva con ingenio a sus acreedores, burla y tima a sus jefes y se casa alegremente coleccionando una familia tras otra. Hasta que un gris contable de su editorial decide que debe pasar por el aro como todo hijo de vecino. No será tarea fácil: para el genial dibujante, la vida es una fiesta en la que hay que colarse si no te han invitado.”
Y después nos fuimos a cenar a un italiano, donde comí como si no hubiera un mañana y me cebé hasta la saciedad. Por haber consumido más de 15 euros cada uno, nos dieron un rasca que daban un regalo seguro. Nos tocó a Axiarel y a mí un estuche para cada uno. Con pinturas. Pero marca Cocacola, no Alpino.
Me advirtieron que había que ir pronto porque iba a acudir mucha gente y por eso llegamos al evento a eso de las 11 de la mañana (bastante más pronto que otras veces, ya que solemos llegar a eso de las 12 y media o por ahí). Al llegar, nos encontramos con una cola impresionante, que no avanzaba nunca. Nunca. Estuvimos en la cola esperando a que hubiera movimiento alrededor de dos horas hasta que conseguimos estar a escasos pasos de la taquilla. Como los organizadores del evento no se molestaron en imprimir carteles informativos, decidieron actuar cual verduleros y gritar por dónde teníamos que ir para acceder al recinto. Parecía que en vez de ir a un evento otaku estábamos en la cola de la charcutería de un mercado. Ya tenía unas tentaciones tremendas de gritar al chaval: “Oye, perdona, ¿a cuánto está el kilo de kiwis?”.
Bueno, pues después de morirnos de calor (y yo casi de aburrimiento, y menos mal que llevaba a mi Yoshi, mi IPod, y me puse a escuchar el concierto de Ghibli) entramos al evento, donde nos topamos con una sala de proyecciones y dos paneles raros. Fue entonces cuando tuvimos la sensación de que habíamos tirado el dinero a lo tonto. Nada más lejos de la verdad. Al entrar y vimos los pocos stands que había (y, por cierto, con muchos productos de mala calidad y muy careros) y después de dar una vuelta por la zona de Madrid Games Expo, llegamos a la conclusión de que nos habían timado. Pero bueno, miramos un poco los juegos, aunque las consolas o estaban hechas una pena (las PSPs no tenían Joysticks; la PS3, que era la blanca antigua y no la nueva y fina, se quedó sin mandos de Playstation Move; igual que la Wii) o los juegos que estaban disponibles estaban obsoletos y eran muy antiguos (como el Little Big Planet, que vale, me gusta, pero es antiguo).
Y nada más. No había nada más. Un escenario donde sólo había sillas para los jueces y nada más. Espacio vacío. Un espacio muy desaprovechado teniendo en cuenta que había entaponamientos descomunales en la zona de stands. Se pusieron unos chavales a pegarse con espadas de corcho y poco más.
Lo único que mereció la pena fue re-encontrarme con tanta gente maja, como Duranial, Zolber, Ransil, Pollo, Didi, Leo y Batto. Y me dio mucha pena no haber visto ni saludado al resto de la gente que me esperaba encontrar ahí.
Aunque el evento no era para tanto, conseguí sacar mi lado compulsivo y vacié un poco mi cartera de Fullmetal Alchemist. No pude resistirme y compré tres figuritas (soy una amante de las figuritas, creo que me viene de familia XD):
- Portgas D. Ace: Personaje de la serie One Piece.
- Italia del Sur (aka Romano): De Hetalia Axis Powers. Era una figurita aleatoria y salió la única que no salía en la caja.
- Blacksmith: Del juego Ragnarök Online. Resulta que era una figurita al azar y me tocó la Blacksmith, un personaje que ni me gusta ni me deja de disgustar. Soy más de hunter, pero bueno... de cuerpo a cuerpo me gustaba bastante este, porque además, era una comerciante, y podías sacarte algunos cuartos con ella.
Otro detalle: tanto en la cola como cuando fuimos a comer, me perseguían las avispas. Las tengo pánico. Desde peque. Para entenderlo, hay que remontarse a cuando tenía 4-5 añitos nada más. Aquí donde me veis era un maldito trasto, no paraba quieta y siempre estaba montando alguna (pues casi como ahora, ¿no? XD) y nada, estábamos de vacaciones en un pueblecito de Guadalajara donde mis abuelos tenían un chalete muy grande y bonito. Había una piscina muy grande (que fue testigo de otro gran pavor que conseguí superar hasta hace bien poco como quien dice, pero bueno, esa es otra historia). Pues nada, como hacía calor, pues en los charcos había muchas avispas. A la menda no se le ocurrió otra cosa que quererlas matar pisándolas. Vale, hasta aquí bien, pero fui muy inteligente y quise pisarlas… estando DESCALZA. Total, que no podía pisarlas y cabreé a las avispas. Me picaron muchísimas por todo el cuerpo, pero sobre todo en las plantas de los pies. Estuve mucho tiempo con dolores y picores (y sin poder andar, que eso era lo peor). Desde entonces, es ver una avispa y me pongo tensa y quieta, o eso o salgo corriendo como si no hubiera un mañana.
Pues nada, eso, que ayer en la comida nos acosaron las avispas, hasta tal punto que nos cambiamos de sitio cuatro veces sin exagerar y a mí se me quitó el apetito por la tensión.
Como algunos ya saben, me surgió un imprevisto y tuve que salir corriendo, pero como no fue tan grave como pensaba y ya era demasiado tarde como para volver a la JW, Axi y yo decidimos ir al cine, a ver “El Gran Vázquez”, dirigida por Óscar Aibar e interpretada por Santiago Segura. Estaba bastante bien para ser una españolada, un buen homenaje a ese gran dibujante de tebeos, maestro de Ibáñez.
“Barcelona, años 60. Es primavera, y Vázquez respira la vida a pleno pulmón. Sus personajes -las Hermanas Gilda, Anacleto, la Familia Cebolleta...- triunfan entre los tebeos de la Editorial Bruguera. Mientras, el mejor dibujante de tebeos de España disfruta de lo que quiere cuando quiere, no paga nada, esquiva con ingenio a sus acreedores, burla y tima a sus jefes y se casa alegremente coleccionando una familia tras otra. Hasta que un gris contable de su editorial decide que debe pasar por el aro como todo hijo de vecino. No será tarea fácil: para el genial dibujante, la vida es una fiesta en la que hay que colarse si no te han invitado.”
Y después nos fuimos a cenar a un italiano, donde comí como si no hubiera un mañana y me cebé hasta la saciedad. Por haber consumido más de 15 euros cada uno, nos dieron un rasca que daban un regalo seguro. Nos tocó a Axiarel y a mí un estuche para cada uno. Con pinturas. Pero marca Cocacola, no Alpino.
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